jueves, 15 de noviembre de 2007

Por donde empezar.... José Ignacio Pinochet


Por donde empezar.

Mis dos hermanos estaban en un colegio de hombres y yo en el Saint Gabriel’s. Kinder y Primero, compañeras bonitas, incluyendo a la rubia pelolais que me regaló el libro “El Zorro y las Uvas” y a la cual yo perseguía para tirarle el pelo con las mismas ganas que lo volvería a hacer 10 años después. León es lyon y manzana es apple aprendí con la dulce guía de la “miss”. Creo que como muchos de nosotros, fui responsable de mí desde chico. “¿Quieres quedarte en el Saint Gabriel’s o quieres irte el Notre Dame, donde están tus hermanos?”

2° básico, 1977.Llegué al Colegio chico. Era lúgubre y un poco triste. Ni hablar en los recreos de invierno o en el mes de María (con sus flores “amarillas”). Cada uno dueño de sí. No había educación personalizada y de alguna manera sentíamos que el verdadero colegio empezaba en el colegio grande.
¡Y yo que abandoné a las minas por los lobatos! ¿No te acuerdas de mí? No es raro, en los cumpleaños solía quedarme conversando con los papás. Grande, pelo laaargo, buen lector y horrendo para el fútbol. Más bien, nunca me gustó, nunca me entusiasmó y no entendía las carreras a ganar el arco ni las vacas para comprar una pelota plástica. Era tímido y conversador. Nunca llegaba con los trabajos del tipo semillita de poroto, es que mi mamá tenía talento para botarlos a la basura sin preguntar. Te lo hago más fácil: se me puso parte de una ceja blanca y rayaba con Sui Géneris y Charly.

En 2° partí por ser molestado e irritado por Daniel (entonces “El Mono”) Sánchez, nos hicimos grandes amigos. Siempre sentí que en el ritmo endemoniado del Colegio y de Santiago me sería difícil hacer amigos de verdad, así que a varios los invité al campo, a Talcalonco, cerca de Cauquenes. Fuimos con Daniel, más tarde con Cristián Vergara y a Cauquenes con Rafael Villarroel.

Grandes amistades y muchas tonteras e historias. ¡Tan pendejos y tomando micro!
Hasta cuarto me fue siempre bien. En 5° me empecé a sentir tonto. En 6° la cosa mejoró. Me dieron una medalla y un diploma “al esfuerzo” a fin de año. La medalla estaba fallada y la espada se clavaba en diagonal en el yunque.
En el colegio chico algo no estaba tan bien. Vivíamos con un discurso lleno de valores, pero no los vivíamos 100% (otra cosa era en Scouts). Había cierta rabia contenida. (¿Qué tanto habrá tenido que ver el Chile político que vivieron nuestros papás?)

Siento que había personajes A y B. Los B lo pasaban mal. Se los hostigaba. Con los años entendí que algunos de esos amigos los hice tratando de protegerlos. ¿Qué será del genial Pablo Santander? Creo que yo era más B que A, pero menos vulnerable por mi talla y el karate (¿te acuerdas Pedro?), pero yo no lo pasaba nada mal.
Del colegio chico tengo excelentes recuerdos de conversaciones y voladas con Pancho Guarello, Gonzalo Prat, Rodrigo Ortega y sus cumpleaños espectaculares en el Estadio Italiano (¿bueno Soda ah?), el Negro Martin, Rodrigo Della Maggiora, Athos Larraguibel, Oscar Ormazábal (me lo pillé el otro día en un asado), Miguel Ángel Fredes, Felipe Aylwin y más. Del Seba GH siempre extrañaré sus regalos de Coca Cola pa’ los cumpleaños…

En sexto entré a los lobatos. ¡Puta que me hizo bien! Como Daniel recordará, de más chicos habíamos tenido entrenamiento Scout intensivo en el campo con mis hermanos y algunos de sus compañeros, sobre todo el entrañable Guillermo Bravo (eran 5 años mayores). Para mí fue muy natural. Sin embargo, hoy pienso que eso era la raja para unos, pero nuevamente otros quedaban atrás. (Entiendo que hoy se terminó con esa temprana discriminación)

Vino 7°, el colegio grande, los Rangers, jugar a la revolución con el padre Duthil -que no entendía nada, hostigar a la Pitica sin asco, hacerle un juicio a Balmaceda, ser uno de sus abogados defensores y descubrir que quería ser abogado (los jueces se hacían los interesantes y los importantes, con el tiempo descubrí que eso es igual en la realidad). Por esa época descubrí a los Yáñez y tuve buenísimas conversaciones con Pedro Urzúa, Gonzalo (entonces El Caballo) Prat y Rodrigo Ortega.
En ese entonces mi mundo interior hizo crisis. Mi mundo exterior, por su parte, explotó.

Ese año 82 la crisis económica le pasó la cuenta a mi familia.
Nos fuimos a vivir a Cauquenes y yo pasé del Notre a la Escuela F-646. Tenía compañeros que con cueva tenían un par de zapatos que ni siquiera habían sido comprados para ellos. Fue duro. Era un régimen paramilitar en cuanto a disciplina (del blanco al negro), no había discurso valórico, pero se respiraba la realidad de forma más penetrante. Donde nunca lo hubiera esperado, recibí un trato mucho más personal de los profesores y sufrí un poco por las diferencias sociales, ya que un par de ellos me hacían responsable de algo que no entendía. Hice grandes amigos entre gente con la que no tenía casi nada en común. Aprendí a tener cosas en común y adquirí el cariño y el respeto más sinceros por esas personas, tan sacrificadas y postergadas.

Obvio, idealicé al Notre y a todos ustedes.
Mi familia había dejado un departamentito en el centro para mis hermanos que estaban en la Universidad. Hicieron un esfuerzo y me enviaron allí, para volver al Colegio.
No fue bueno y no fue culpa de nadie. Como en Confesiones de Invierno, tal vez esperé demasiado. En la adolescencia se cambia mucho y rápido y ya no teníamos tanto en común. Por otra parte, esa cuota de rabia contenida que en el colegio chico se sentía hacia los B, ahora se dirigía hacia el mundo. Se rotiaba demasiado fácil.
Después de dos años de idealizar al Notre y a muchos de ustedes me desencanté de todo. Hacía lo posible para no ir al colegio. Me pillaron. Me escucharon. Me ofrecieron seguir en el colegio. No quise.

Hace unos años fui a algunas reuniones de los martes. No es fácil. Siento que veo fantasmas. Tengo mil recuerdos de ustedes -conversaciones completas- pero sé que son mucho más vívidas para mí, porque en 1° medio mi mundo de colegio se paró y se llenó de sucedáneos, en cambio, ustedes vivieron juntos el crecer hasta ser hombres.
En 3° y 4° vivía en Eliodoro Flores, a una cuadra del Colegio y estudiaba en el Fayol, un colegio minúsculo del que fui primera generación y que estaba en la Plaza Pedro de Valdivia, donde estaba el Pre Universitario al cual iba. Era difícil verlos muchas veces de lejos. Era una realidad alternativa de la que había sido parte y de la cual había elegido no serlo más.



Entré a Derecho en la Chile. Hice grandes amigos. Formé mi estudio jurídico y una ONG que es muy importante en derecho ambiental. He trabajado con indígenas, pescadores y pobladores. Hemos enfrentado a los más grandes y poderosos para evitar los abusos a las personas de a pie. Cuando recién conocí a Fernando Dougnac –prócer del derecho ambiental, nunca imaginé que terminaría dedicando buena parte de mis esfuerzos a eso, pero la defensa de la naturaleza y de los más desprotegidos me sedujo aplastantemente.
Hago clases en pre y post grado. Me metí hace dos años en política y al parecer me sigo metiendo (si todo sigue como hasta ahora, seré candidato a diputado por la tierra de mi familia el 2009). Tengo un grupo donde toco batería, no le puedo dedicar mucho tiempo, pero igual, me hace bien. Me casé en el 2000. Lo pasé mal. Me descasé el 2003 después de tres años y medio, sin hijos.
Sirvo, soy útil y muy feliz.

¿Qué tengo del Notre? Más que la cresta. La integridad en los valores. El amor y el respeto por la libertad de cada uno. El respeto por el otro a concho y a cualquier precio. La confianza 100% en el otro, mientras no se pruebe lo contrario… y a veces ni así. La comprensión de la persona como algo complejo, donde el éxito académico o económico es apenas una faceta más. El ser responsable por mi gente ante todo. Practico el ser alegre y ser veraz (¡incluso en política!).
(¿Somos realmente conscientes de lo especial que fue nuestra educación?)
Aunque nunca pude hacerlo sin llorar, también tengo el anhelo profundo de volver a cantar en un fogón: honor, lealtad y pureza, hasta morir.

Coté Pinochet (ya nadie me dice así)

2 comentarios:

Pablaktus dijo...

Hola Cóte!
Soy Pablo Santander! que bueno que te acuerdes de mi! te perdi la pista despues de 1988, has hecho muchas cosas, vivido mucho.
Te agradezco el protegerme en los años de colegio, por supuesto despues, al cambiar de lugar de estudios, aprendi a defenderme mejor y a hacer muchos amigos.
De mi familia, mis padres se separaron al comenzar los 90's, lo cual siguio un periodo sin muchas novedades hasta 2003.
Agradezco las enseñanzas de frances (quisiera ubicar al profesor que teniamos, mi memoria ahora es como un sueño) ahora trabajo para una editorial belga (Glenat) y hago libros de historietas, sobre Bruselas y algo mas sobre otras ciudades belgas (ironias de la vida :))no s la opulencia, pero me permite vivir.
Espero que puedas leer esto para contactarnos.
Aqui ejemplos de mi trabajo.
Un gran abrazo
Pablo
http://www.bdgest.com/preview-274-BD-bruxelles-metropole-ville-haute.html
http://sambabugatti.skynetblogs.be/post/7228836/bruxelles-metropole-ville-basse

Pablaktus dijo...

Jorge Orellana!! me acorde, tengo para ti tambien una copia del 2do libro si quieres!