lunes, 19 de noviembre de 2007

Reencuentro y Despedida



El sábado pasado a la hora de almuerzo recibí una llamada telefónica que me alegró mucho, era mi amigo personal Francisco Guarello, quien me dijo que fuéramos a la despedida del Castillo. La noche anterior se había negado a mi invitación, pero seguramente la nostalgia post fiesta de cumpleaños del Negro Ortega lo hizo recapacitar. Fuimos con su amada, (una adorable y hermosa mujer que ojala cuide), y llegamos a la fiesta de despedida, que déjenme decirles que fue más bien una fiesta de reencuentro.



Ya en la misa, concelebrada por nuestro querido Fernando, comenzaron a aparecer rostros del ayer, a la entrada estaba “Yeguerman”, no se si recuerdan a quien se metía su mano completa en la boca, su orificio bucal por cierto está muchísimo más grande. El primer encuentro fue con los nuestros, Pato Stückratt, Daniel Sanchez (El mono), más tarde llegarían Max, “Elwito” que desde Chillán vino al matrimonio de su hermana y no quiso perderse la despedida, y al fin pudimos reencontrarnos con el Cuacua Hormazabal, que de paso confirmó su asistencia el 15 no sabe a que hora, pero vá. Tuvimos recuerdos del Rafa Villarroel junto a Germán su hermano menor que a hora parece ser mayor.

Luego vino lo increíble, las imágenes de gente ahora desconocidas, y que fueron parte muy importante de nuestra infancia y juventud. Primero una señora muy bajita a quien jamás reconoceríamos si ella no se presenta.



La tía Haydee (Profesora de Artes Plásticas), quien despertaba el morbo del Cotorra cuando nos agrupábamos a entregar nuestros horribles trabajos. Luego creímos ver a un compañero de curso pero dudamos, parece que iba 2 cursos más abajo, y de pronto nos saluda un joven de bigote que parece haber estado conservado en alcohol, Carlos Gaete, con quien hicimos lindos recuerdos desde Akela, hasta el Colegio grande.





Luego de la misa entramos al Castillo, y previo a tocar una vez más el Coco del Padre Polain que perdió en la guerra, nos encontramos con uno de los grandes, un verdadero maestro que hoy parece asemejar a otro Rey, Luis Dimas.... El chico Hernández, nos saluda con mucha emoción y cariño, y prometió estar el 15 si recibe invitación, con tiempo libre va a todas.



Luego el Hombre del Acordeón, Jorge Orellana (el Mono), Pedro Flores, la tía Rebeca, que parece que está tomando pastillas de chiquitolina, las mismas de la tía Haydee. Más formales saludamos a los rectores, el actual, Nacho Canales, y el ex Germán Aburto, con quien nos retratamos para El Mercurio.







Luego vino el recorrido, y por cierto la emoción, las mismas salas, donde cuanta tontera no hicimos, los mismo ladrillos por donde el Mucki batió el record de escalada libre y con tiza en la mano para estampar su marca. La vieja bandera verde de los scout, que hora se luce como de museo.



El Tati que se reencontró con un trofeo que dice le pertenece, cuando se dedicó a la actuación representando la vieja tradición del Notre Dame.



La pequeña Capilla donde esperamos encontrarnos el próximo 15 de diciembre.



El salón, que acogió nuestra obras de teatro, nuestra confirmación, y todas las actividades importantes vividas en el Notre, Créanme que volver a entrar fue sorprendente, no sabemos si por la emoción de recordar lo vivido, o por lo enano que ahora parece el Aula Magna del Notre.



Los baños que con más capaz de pintura son iguales de inhóspitos, pero ¡Oh sorpresa! ahora tiene un mecanismo automático que tira la cadena, quizás para evitar que queden flotando las mercancías de los alumnos y no provoquen tanto impacto como cuando uno gigante, atribuido dicen las malas lenguas al querido y recordado flaco Santelices, tapo el WC.



Y por cierto la piedra filosofal con la frase celebre, que revive en palabras del Padre Polain la verdadera esencia del Notre Dame “El Muchacho cree en su Colegio, y el Colegio cree en el Muchacho”.



Luego la ceremonia de despedida, sin fogón pero con antorchas, no importa, lo que esperábamos llegó como numero estelar, el sonido del Acordeón, que ahora sonaba por parte triple, Jorge Orellana, Germán Aburto y Nicodemus Farías (si alguien no lo recuerda fue profesor de música).



Cantamos y reímos como hace años, en castellano y en francés, las rondas y las marchas, y para cerrar una noche memorable que lamentamos se perdieran, el son de “Presagios y Quietud” y luego “Quédate con Migo” anunciaron que la fiesta había terminado, ahora el castillo ya no estará más en Pedro de valdivia 2776, pero en el recuerdo y en nuestra memoria vivirá, y vivirá en nuestro canto y en nuestra amistad.



Ojala podamos cantar juntos el 15, cuando la generación del ´87 vuelva a reencontrase por última vez bajo el mástil de 3 banderas, y ojala volvamos a cantar que somos más de siete compañeros..... Amigos de verdad.


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