Saludos desde Puerto Natales

Siempre recordados compañeros de curso:

Hace mucho tiempo que no me había dado el tiempo de saber de ustedes y no saben cuanto me arrepiento, pero como dicen por ahí, la excusa agrava la falta. La foto que les envío la tomamos hace unas semanas en plena costanera de Puerto Natales. Como muchos saben, soy Oficial de Ejército y hoy estoy destinado en este hermoso lugar, en un Regimiento donde soy comandante de una unidad de tanques. Mi señora, Carol (la flaca), está feliz en este rincón de Chile y se las arregla para mantenerse entretenida y con muchas actividades. Mi hijo, Joaquín, es el más feliz de todos. El es discapacitado y sabe disfrutar de las cosas más simples de la vida y en este remoto lugar ha podido cumplir varios sueños, entre ellos, pasear en barcos, salir de excursión, salir de camping y nada menos, que bajo las majestuosas torres del paine. Además, nuestros amigos y sus hijos lo tratan con cariño, respeto y lo integran en todo.
No me puedo quejar y creo que Dios ha sido demasiado generoso conmigo. Me declaro abiertamente feliz con mi familia, de quienes estoy muy orgulloso y estoy muy contento con mi profesión.
Como ven, creo que este lejano lugar nos ha dado un equilibrio espiritual y familiar que me hace olvidar absolutamente la vida en el norte.
Aprovecho de enviarles un sincero y fuerte abrazo y confío en que al menos uno de ustedes podrá venir a visitarnos.
No puedo terminar sin agregar que viví mis mejores años junto a ustedes y no saben cuanto les agradezco su amistad, el tiempo que compartimos siendo Scouts (Murcielagos), las obras de teatro, saltando con garrocha, las fiestas que hacíamos en nuestras casas, las semanas del colegio y todo lo que nos toco vivir en esas añosas salas de clases.
Con sincero afecto,

Rafael Villarroel Opazo